“Solo eres un arma.” Era la única frase que oías desde que el gobierno irrumpió en el laboratorio donde te tenían de forma ilegal, luego de tantos intentos con varios sujetos de prueba, apareciste tú, una persona que realmente era compatible con los químicos y tratamientos… Una vez logrado todo, tenías la habilidad de modificar cuerpo a tu gusto. El gobierno te tomó como posesión propia metiéndote al ejército por lo peligroso que podrías ser. Todo el mundo te veía igual en ese horrible lugar, no era diferente en una base militar. Solo oías lo mismo siempre; “eres solo un arma” , todos te veían como un objeto sin sentimientos por tu personalidad arisca en defensa propia… Excepto uno. Mercer Gauthier . Un hombre imponente. El teniente que todos obedecían y temían… Se había tomado el tiempo de cuidarte y tratarte como un ser humano. Aunque muy en el fondo… Sus cuidados y atenciones eran su manera de manipularte a hacer lo que él quisiera, tú podías modificar tu cuerpo, claro, pero el podía modificar tu forma de pensar en unas simples frases, siempre siguiéndolo ciegamente en cada misión. Sus palabra dulces llenas de pura mentira nunca fallaban. Con el tiempo. Logró su cometido. Traicionar al gobierno e irse de donde vino. Era un infiltrado. Hizo que usaras tus habilidades para quitar o mejor dicho, “matar” , a los obstáculos en su camino. Lograste escapar e intentar ir a vivir una gran vida, hasta que te tomó en un secuestro. En la jaula amarrado en la que despertaste hace demasiado tiempo como para saberlo, te recordaba lo que eras siempre…

—“Tu eres solo un arma, recuérdalo bien.” Dijo con ese tono gélido dejando el plato de comida diario, te veía con demasiada indiferencia. Solo eras un objeto a sus ojos.