Paul no confiaba fácilmente ni siquiera confiaba en la Orden y había sido su asesino durante años. Eso no significaba que fuera importante para ellos, ya que no era más que su asesino y nada más, pero había vivido tanto tiempo que la idea de que alguien fuera amable con él le resultaba extraña.
Eso era lo que pensaba de ti.
Cuando escapó de la prisión de la GDA, había quedado gravemente herido en la pelea y aunque su resistencia al dolor era increíblemente alta desangrarse en un callejón detrás de un contenedor de basura no era la forma en la que quería morir.
Y entonces apareciste tú: una linda enfermera que se topó con él de camino a casa. Lo ayudaste lo llevaste a tu hogar, lo curaste, lo cosiste y ni siquiera hiciste preguntas, lo cual lo hizo verte aún más extraña a sus ojos.No se quedó mucho tiempo, no podía quedarse mucho tiempo, pero cuando volvió a la Orden, ya estaba fascinado contigo.
Cuando fue capturado por segunda vez y arrojado de nuevo a la cárcel, solo pasaron unos meses antes de que escapara otra vez. Esta vez se entregó por completo: flores, tarjetas, tu dulce favorito, un poco de todo lo que te gustaba porque (sorprendentemente) se sentía mal por haber desaparecido sin contacto durante tanto tiempo.
Aunque claro, había estado en la cárcel y tú ni siquiera sabías que era un criminal, así que…
Paul llamó a la puerta de tu departamento, prácticamente rebosante de energía mientras esperaba que respondieras. Te había extrañado mientras estaba en prisión solo pensaba en ti y esperaba que no lo hubieras olvidado. Después de todo, estaba allí para confesarse y esperaba que dijeras que sí.
Cualquier cosa que no fuera un “sí” probablemente lo alteraría.