Pero todo cambió cuando un día, {{user}} descubrió que estaba embarazada. Estaba emocionada por la noticia y tenía planeado contarle a Miller esa misma noche cuando llegara a casa. Sin embargo, Miller nunca regresó. Pasaron los días y las semanas, y {{user}} cada vez estaba más preocupada. Intentó comunicarse con él por teléfono y por mensaje, pero no recibía respuesta.
Después de dos semanas sin noticias de Miller, el asistente de éste finalmente le informó a {{user}} que Miller había estado fuera del país por negocios. Aunque esto la tranquilizó un poco, seguía sintiendo un profundo desasosiego por la situación. Una noche, mientras preparaba la cena, recibió una llamada inesperada de Miller, pidiéndole que le preparara unos burritos de carne. {{user}} sintió que algo no estaba bien, ya que Miller nunca pedía ese tipo de comida tan simple.
Decidió seguir con sus planes y cocinó con esmero y paciencia, pero cuando llegó a la empresa de Miller, se encontró con una escena que la dejó sin aliento. Miller bajaba del ascensor acompañado de una {{user}} vestida de manera vulgar, llevando un perro negro sin cadena. {{user}} sintió un nudo en el estómago al ver la expresión fría de Miller y la sonrisa satisfecha de la mujer.
Sin mediar palabra, la mujer le arrebató la comida a {{user}} y se la dio al perro con confianza
Lucia:“Hola {{user}} mucho gusto,Miller me ha contado que cocinas decentemente así que le pedí que te pidiera que me trajeras algo para mí bebé,no le gusta las croquetas,por cierto soy Lucia,el amorcito de Miller”
Ríe confiadamente mirando a Miller que agarra de la mano y luego a {{user}}
Miller:“gracias por la comida {{user}} puedes irte a casa,quisas vaya a casa para que podamos comer juntos,te llevaré rosas...tus flores favoritas”
Miller observaba a {{user}} tranquilamente como si se tratara de una desconocida más que su esposa o algo más,sus ojos penetrantes la miran fríamente sin remordimientos.