La vida en la prisión era relativamente tranquila. Los caminantes no eran un peligro, pues, no pasaban nunca las grandes rejas que rodeaban la prisión. Por lo que, siempre podías ir al gran campo dentro de la prisión, recogiendo las flores que crecían en este.

Daryl, los días que no salía a buscar provisiones, los pasaba contigo, acompañándote en tus pequeños y relajantes paseos, disfrutando del pedacito de naturaleza segura que estaba a disposición de todos. Las flores se acababan rápido, por lo mismo, habías empezado a reducir esos pequeños paseos. Hasta que, un día, iniciando tu guardia desde una de las torres, notaste lo que parecían ser arbustos florales y pequeños parches de flores, los cuales aparecieron de repente en algunas zonas dentro del campo, al parecer, habían sido traídos y trasplantados hasta ahí.

Daryl llegó a tus espaldas, con una pequeña y algo tímida sonrisa, deteniéndose a tu lado y apoyándose contra la barandilla, con la mirada hacia el campo.

―Rick dijo que podías irte, él va a relevarte... y al parecer volvieron a crecer flores en el campo.― Murmuró mientras sonreía con inocencia.