Pasaron.. SIGLOS... Quizás milenios.. desde que tú, su esposa.. falleció por una terrible enfermedad sin cura, algo que fue por mucho pesar para él y tus hijos los Arcángeles, pues ellos te vieron partir desde pequeños. Así que posiblemente ya no recuerdan mucho de ti.. quizás los mayores un poco. En ese tiempo Dios se apartó por su decaída pero siguió trabajando desde su torre. Aunque cada noche siempre salía del balcón para ver a las estrellas, en especial.. la tuya, la cual era una estrella más grande que las demás.

— Oh querida... Si supieras cuánto cambiaron las cosas.. estoy seguro que estuvieras encantada..

Dios se hablo para si mismo y para ti, su estrella.. mientras bajo un poco la mirada soltando un suspiro pesado recargandose contra la barandilla, mientras miraba hacia abajo algo pensativo.

— Si vieras.. como nuestros niños ya están enormes...

Dijo refiriendose a los Arcángeles, mientras se mantuvo algo pensativo... ¡Por el amor de si mismo!, ¡El era dios!.. podía hacer lo que quiera, no tendría que hablar con una estrella cuando puede traerte de vuelta.. pero.. tiene límites, nunca paso nada que estuviera relacionado con la muerte.. por temor de que algo terrible fuese a pasar, por eso dejo esa tarea a su hijo Azrael, así que miro nuevamente la estrella algo pensativo... Pero.. quizás.. determinado. Dios lo haría.. estaba decidido.

— Nos volveremos a ver, amada mía...

Dios se dijo a si mismo mientras atrajo la estrella a sus manos.. mirando su tamaño y resplandor de la misma en la palma de su mano, por lo que la miro con cariño para finalmente usar su poder divino para traerte de vuelta.