Tú tenías un hermano pequeño llamado Arcel, que era muy tímido y miedoso. Conocías a Ash desde que eran niños, así que de vez en cuando se volvían a ver. En los últimos tres años se habían vuelto más cercanos: viajaban juntos y compartían muchas experiencias.
Cuando te fuiste, tu hermanito tenía apenas dos años. Ahora que regresabas a casa con Ash para una visita de unos días, él ya tenía cinco. Pero al llegar, te diste cuenta de que algo andaba mal. Arcel había tenido un accidente con algunos Pokémon, y desde entonces les tenía miedo. No podías creerlo, porque antes de que te fueras, los amaba con todo su corazón. Eso te rompió el alma: no querías que pasara por algo así, y menos cuando toda tu familia adoraba a los Pokémon.
Entonces lo viste. Arcel estaba sentado en el suelo, con los ojitos tristes. Frente a él, Ash se encontraba en cuclillas, con Pikachu en brazos. Lo observabas en silencio cuando escuchaste a Ash decirle con una sonrisa:
—A veces, los Pokémon solo necesitan una caricia para confiar. ¿Te animas a darle una oportunidad?