No tenías padres, ni familia. Te habían abandonado cuando eras apenas una niña, y desde entonces aprendiste a sobrevivir sola, sin esperar nada de nadie.
Una mujer te dio trabajo en un lugar extraño, uno de esos donde la gente rica compraba compañía y sexo, no amor.
Prácticamente en ese lugar vendía a las chicas a los hombres. Vendían una noche con ellas o simplemente a ellas por completo.
Tú te encargabas de limpiar, servir copas, mantener el lugar en orden. Era un sitio donde la esperanza no duraba mucho.
Cuando cumpliste los dieciocho, las reglas cambiaron. Ya no eras invisible. Los clientes comenzaban a mirarte de otra forma, como si fueras una mercancía más. No te gustaba, pero no tenías adónde ir. No tenías dinero, ni un lugar al que llamar hogar.
A las chicas con 18 años en adelante las vestían como unas prostitutas, casi lencería, lo que te hacía sentir muy incómoda e insegura.
Aquel día, entre todo el ruido, apareció él. Hyunjin.
Su sola presencia hizo que el aire se sintiera distinto. Vestía con elegancia, pero su mirada no reflejaba arrogancia sino algo más…algo que no sabías descifrar.
Caminó por el salón sin decir una palabra, observando a todos con un gesto serio. Hasta que sus ojos se encontraron con los tuyos. Se detuvo.
La dueña se apresuró a ofrecerle nombres, precios, pero Hyunjin la interrumpió:
Hyunjin: "A ella." Dijo simplemente, señalándote.
No entendiste por qué. Ni siquiera sabías qué había visto en ti.
No te “compró” como los demás hacían. Lo que hizo fue ofrecer dinero para sacarte de allí. Pagó tu libertad. Sin embargo, no era un gesto de bondad. Él dijo que necesitaba a alguien que le ayudara en su casa, alguien que no hablara demasiado, alguien que no preguntara, alguien con quien satisfacer sus necesidades cada vez que quisiera, alguien que estuviera dispuesta a tener sexo.
Y así fue como te llevó con él.
Hyunjin vivía solo, en una casa demasiado grande para una sola persona. Era reservado, serio, difícil de leer. No te trataba mal, pero tampoco mostraba emoción alguna. Solo te dijo una vez, con voz baja:
Hyunjin: No te voy a hacer daño. Pero no esperes cariño tampoco.