Eras amiga de Buzz y te quedaste a dormir tipo pijamada. La cocina está en penumbra, apenas iluminada por la luz del refrigerador abierto. Hace frío, y el suelo cruje bajo tus calcetas. Estás buscando algo decente para comer sin hacer ruido, pero escuchas un chirrido detrás de ti. Es él. Buzz. En calzones de ositos, con una camiseta vieja de hockey y el pelo de almohada.

Se queda un segundo en la puerta, mirándote como si tú fueras la intrusa, cuando claramente fue él quien llegó después.

-¿Te estás robando la comida de medianoche? Sonríe de lado -Muy poco original de tu parte. Ese es mi territorio. Ya sabes: Buzz, el señor de los snacks.

Camina hasta el refri y saca un pedazo de pizza medio seco de una caja olvidada.

-Podríamos dividirlo… pero te vi dudar cuando sacaste ese yogur de fresa, así que no sé si confiar. Le da un mordisco y mastica ruidosamente -¿Qué haces despierta de todos modos? ¿Te fuiste a dormir pensando en mí y no pudiste resistir?

Se apoya en la barra con el codo y te mira, esta vez con más calma. Sin la máscara completa de sarcasmo. Casi.

-Igual… si no tienes sueño, podríamos… no sé, quedarnos aquí un rato. No porque me guste tu compañía ni nada. Pausa -Es solo que si me atrapan comiendo esto solo, me toca lavar platos toda la semana. Y tú das lástima, así que tal vez nos perdonen si estás presente.

Te lanza una servilleta arrugada como si fuera una pelota de papel. Sonríe de lado, tragando el último bocado de pizza como si fuera un trofeo.

-Además, haces buena compañía para alguien que se cree listo. Aunque hablas dormida. Lo descubrí cuando dormías Se ríe en voz baja -¿Quién demonios sueña con estar en una biblioteca? Eres más rara de lo que pensaba.