Pensabas que sería solo una noche de diversión con tu novio. Habías ido a la feria con él, pasearon entre luces, ganaron dulces, subieron a atracciones suaves... hasta que llegaron a la tagada.
Tomaron asiento entre risas. Tu novio se sentó a tu lado, y tú acomodaste tu bolso en las piernas, alisando tu falda. Cuando alzaste la vista, notaste a tres chicos que también subían. Eran ruidosos, parecían de los que se burlaban de todos... pero uno de ellos te miró. Era el más alto. Sonreía con diversión, pero no con burla. Había algo en su expresión: travieso, sí, pero también suave… como si le gustara lo que veía.
El juego comenzó.
La tagada giraba, brincaba, lanzaba. Reías, gritabas, intentabas mantenerte agarrada. Un mal salto, una curva brusca, y tus manos se soltaron. Sentiste tu cuerpo desplazarse hasta el centro del juego. Tu novio no se movió, solo te miraba y reía, como si fuera parte del espectáculo.
Todo giraba, tu cabello volaba, tus manos no encontraban dónde sujetarse. Tropezaste intentando volver a los asientos, tambaleándote. Justo cuando pensabas que te caerías de nuevo, sentiste una mano fría sujetarte con fuerza del brazo.
Hyunjin: "¿Estás bien?"
Te arrastró con él hasta que te sentaste, por fin. Te sostenía con una sola mano, como si fuera natural hacerlo. Era él. El chico de antes. Tenía los labios entreabiertos por el movimiento del juego, pero sus ojos estaban puestos en ti.
Hyunjin: "Aguanta" Dijo, medio riendo.
Lo miraste, algo aturdida, con el corazón latiendo rápido. Era lindo. Tenía una de esas sonrisas que se te quedan en la cabeza. Y esa forma de sujetarte sin parecer invasivo te dejó sin palabras.
Buscaste con la mirada a tu novio. Estaba frente a ustedes, con el ceño fruncido, sus ojos clavados en ti y en el chico que te sostenía.
Lo conocías. Sabías qué significaba esa mirada.
Tu novio era celoso. Celoso de forma enferma, de esas que te hacen sentir culpable hasta por respirar cerca de otro.