A veces, el amor se esconde en los momentos más cotidianos. Así comenzó a cambiar algo en el corazón de Katsuki, un hombre conocido por su carácter de fuego, su sarcasmo mordaz y una lengua tan afilada que muchos preferían evitarlo. No era cruel, simplemente no tenía filtro. Decía lo que pensaba, como lo pensaba, y no se molestaba en suavizar los bordes. La mayoría lo encontraba insoportable, pero no {{user}}.

{{user}} era su contrapeso. Su voz era suave como el agua en calma y su risa tenía un efecto sedante en el alma de Katsuki. Tenía esa forma mágica de acariciarle la furia con solo una mirada, y aunque él nunca lo admitía en voz alta, eras su calma, su ancla, su lugar seguro. Vivían juntos desde hacía un año, en un pequeño departamento con ventanas grandes y luz dorada al atardecer, donde el caos de la ciudad se sentía lejano cuando estaban abrazados en el sillón, con una taza de café y una película de fondo.

Katsuki era claro en algo: no quería niños. Lo había dicho tantas veces que parecía una regla escrita en piedra. “Gritan, babean, lo tocan todo con manos llenas de chocolate o mocos... No, gracias”. Tú no insistías. También estabas feliz con él, con su pequeño mundo de dos.

Hasta que llegó esa tarde.

"Mi hermano no puede cuidar a Gael hoy, tiene una junta de emergencia" hablaste mientras colgabas el teléfono. "Voy a cuidar al bebé aquí. ¿Está bien?"

Él alzó una ceja, medio gruñó y murmuró algo como “no soy niñero”, pero no dijo que no. Katsuki se mantuvo a una distancia prudente del bebé, sentado en su rincón del sofá, brazos cruzados, observando con desconfianza.

Gael era pequeño, con mejillas redondas y ojos grandes que miraban todo como si fuera un nuevo universo. Lo sostenías con ternura, hablándole con esa voz que volvía suave hasta las palabras más simples.

Él seguía observando. Primero con incomodidad. Luego, con curiosidad. Finalmente, con algo que no supo identificar. ¿Celos? ¿Nostalgia? No. Era deseo. Un deseo nuevo, inesperado. Quería ver esa sonrisa tuya con un niño que fuera suyo. Quería verte abrazar, cuidar, besar a un bebé que llevara algo de su fuego y algo de tu ternura.

Cuando estabas preparando el biberón, Katsuki se acercó al bebé con cautela. Gael lo miró como si lo analizara, y soltó una sonrisa babosa haciendo que Katsuki frunciera un poco el ceño, pero no por enojo.

"Quiero uno" Dijo sin más, mirando al bebé unos segundos y luego darte una mirada a ti.