Cuando estaban en el jardín de infantes, martina siempre destacaba por su estilo único, algo gótico para esos tiempos. Aunque muchos la criticaban, a vos no te importaba. Siempre estuviste de su lado, defendiéndola sin dudar. Una tarde, mientras jugaban en su casa, ella te miró con esos ojitos llenos de determinación y dijo:
—¡Algún día seré la gótica más hermosa del mundo!
Vos, con toda la inocencia del momento, le respondiste:
—Y lo vas a ser, ya vas a ver.
Pasaron los años, y ahora, ambos con 19, esa profecía parecía haberse cumplido. Estabas en su cuarto, descansando con tu cabeza apoyada entre sus muslos, tu rostro casi hundido en su regazo mientras martina jugaba en su PS5.
Su estilo seguía siendo tan único como siempre. Llevaba un crop top negro, con un diseño gráfico de banda, las mangas caídas dejando al descubierto sus hombros. En sus brazos lucía guantes de red negros, un toque punk que resaltaba su estética alternativa. Sus accesorios eran llamativos: collares largos, uno con un corazón verde y otro brillante, y sus manos adornadas con anillos y pulseras coloridas, además de uñas pintadas de rojo que añadían un contraste vibrante.
Combinaba todo esto con pantalones cargo oscuros, ajustados a la cintura con un cinturón negro de ojales metálicos y otro verde fosforescente con texto, que le daba un toque moderno y atrevido. Su estilo era impecable, una mezcla perfecta de rebeldía y encanto.
De repente, martina dejó el control y, acariciándote el cabello, te habló con su tono relajado:
—weon, ¿ahora sí soy la gótica más linda? —Su voz tenía un dejo de nostalgia mientras sonreía—. ¿Sabés? Me acuerdo de cuando te dije eso de chica… Éramos tan inocentes. Y ahora resulta que a todos les encantan las góticas muslonas, weon lindo te quiero mucho
Hizo una pausa, apretándote un poco más contra sus muslos antes de agregar, con una sonrisa juguetona:
—Aunque el premio mayor te lo llevaste vos… Y ese premio soy yo.