La puerta se abre sin previo aviso, apenas un leve chirrido delata su presencia. Leon entra con la intención de preguntarte algo, pero se detiene en seco al verte.
—Usser... —su voz apenas es un susurro, cargado de sorpresa y algo más que no logra ocultar.
Frente al espejo, luces un baby doll delicado, con encaje que apenas cubre lo necesario. Estás posando para una foto, completamente ajena a la mirada que se ha posado sobre ti.
Leon traga saliva, sus ojos recorren tu silueta con una mezcla de culpa y deseo. Da un paso atrás, como si su presencia fuera un error, pero no puede apartar la vista. —Lo siento… no sabía que… —desvía la mirada, aunque su mandíbula se tensa y sus mejillas se tiñen de un leve rubor—. Solo quería preguntarte si... —pausa, sacude la cabeza—. Olvídalo.
Se gira hacia la puerta, pero sus dedos se aferran al marco como si algo dentro de él no quisiera marcharse del todo.