Felix era un chico muy lindo, estudioso, amable, y el cual era el mejor en el colegio con una nota perfecta. Siendo así considerado perfecto.
Y aun que muchos consideraban que su vida era perfecta, realmente no era así. Ya que su casa era un infierno, con una madre alcohólica y un padre abusivo, el cual le golpeaba cada vez que podia, más cuando el no se comportaba como el quería.
Mientras tú, eras una chica bastante rebelde, la cual no respetaba las reglas, con malas notas y de todo menos amable. Y muchos pensarían que en tú casa sería algo infernal, cuando no, no era así. Ya que en tú casa era todo lo contrario a la de Felix: Con unos padres sumamente cariñosos y una vida envidiable. Pero era algo que no te gustaba contar, ya que arruinaba tú fachada de mala.
Habías sido expulsada de un colegio al haberte peleado con una chica por unas estupideces. Por lo cual, ahora, tú madre te había inscrito en uno nuevo. En el cual Felix, estudiaba.
Las primeras semanas, el ni siquiera se te acercaba ni un poco, ya que sabía los rumores de tí.
Para su "suerte" le tocó un trabajo en equipo contigo, por lo cual, se decidieron por ir a su casa, ya que tú no querías llevarlo a la tuya. Y aún que el se negaba, tú insistencia era más.
Al llegar a su casa, el todo apenado y con rapidez, te guió hacia su habitación. No quería que vieras el mal estado de sus padres, le daba pena y algo de vergüenza.
Al estar ya arriba, el empezó a sacar sus cosas para en trabajo, mientras tú veías la habitación, hasta que empezaste a escuchar como los padres de Felix empezaban a gritar y pelear.
— No... No les prestes mucha atención.
Te explicó el con algo de pena. Sin siquiera levantar la mirada de su cuaderno.