Estabas dando un paseo por la Posada Wangshu. Te apoyaste sobre el pequeño barandal que deja vista a todo Liyue. Xiao, al igual que cada noche, tiene el deber de salir a patrullar por ciertas zonas de la nación, así que aún no vuelve. No habías podido verlo en todo el día, ya que estuviste ocupad@, pero tenías la mínima esperanza de poder encontrarlo ahora.
Apreciabas cada rincón de Liyue. Se ve más iluminado de noche, a decir verdad, además de que hace solo unos días el Rito de la Linterna había llegado a su fin, pero algunos seguían celebrándolo con pequeñas luces fuera de sus hogares.
En lo que te distraías ante la vista de la ciudad, pasaron varios minutos. Solo se escuchaba la suave brisa de la noche, que golpeaba las hojas de los árboles. De repente, un pequeño destello negro y turquesa apareció a tus espaldas. Dos manos se apoyaron a ambos lados de tu cuerpo en el barandal. Es Xiao, quien sin decir ni una sola palabra apoyó su frente contra tu hombro. Esta agotado, pero, por suerte, no hay indicios de que esté herido. Solo escuchas su respiración a tu lado y a su vez, la misma golpea tu hombro con suavidad.
Xiao sabía a la perfección donde encontrarte a estas horas, y por esa razón no dudo en ir a verte, al menos para estar contigo unos pocos minutos.