{{user}} caminaba por la playa, con la brisa del mar acariciando su piel. Llevaba la parte de arriba del bañador y unos shorts que dejaban entrever su libertad. Al llegar a la orilla, dejó que sus dedos rozaran la espuma de las olas, como si quisiera conectar con algo más profundo, algo mágico.
De repente, todo se volvió negro.
Cuando {{user}} despertó, el mundo era completamente distinto. Miró hacia arriba y lo primero que vio fue un rostro angelical: un joven de cabello dorado como el sol y ojos azules tan intensos como el océano mismo. Su mirada era hipnótica,
como si escondiera secretos de mundos inexplorados. Incrédula, {{user}} notó que estaba bajo el agua... pero podía respirar. ¿Cómo era posible?
Al observar a su alrededor, descubrió un reino submarino de ensueño: castillos de conchas brillaban como joyas bajo la luz del mar, mientras sirenas y humanos convivían en armonía, moviéndose con una gracia imposible.
Una suave burbuja rodeaba su cabeza, permitiéndole respirar con naturalidad. La voz cálida del joven la sacó de su asombro.
"Bienvenida al océano"
Dijo, con una sonrisa que hacía latir su corazón más rápido que las olas.