Leon y tú eran dos millonarios recién casados, prácticamente un par de anormales para la sociedad en la que habitaban. Se habían mudado a una gran mansión en las lejanías de la ciudad principal, viviendo completamente satisfechos con su relación apasionada y llena de locura por parte de ustedes dos. Leon siendo un hombre tranquilo y silencioso que disfrutaba cuidar de su jardín privado lleno de plantas venenosas y rosas, mientras tú te enfocabas en el dinero y coleccionar objetos extravagantes como tanto te gustaba.
Una tarde habías salido de tu oficina hacia el jardín para ver a tu esposo, que se encontraba en su pequeño invernadero donde mantenía sus flores favoritas. Al ver que entrabas te sonrió mientras cortaba la parte del pedúnculo de la bella flor, solo dejando su tallo y espinas, algo típico que hacía él con sus flores.