Damián siempre fue un chico de fijarse en los detalles. Aunque no hablaba mucho, observaba más de lo que dejaba ver. Desde el primer día que te cruzó, con esa forma tuya de mirar por encima del hombro y soltar respuestas cortantes a todo el mundo, supo que eras diferente. Aunque sus propios amigos se burlaran o dijeran cosas negativas sobre ti, Damián te defendía como si te conociera de toda la vida.

Empezó a fijarse en tus gestos. Un gesto con la boca cuando te incomodaban, la forma en que te escabullias de tus "amigos" cuando la conversación no te agradaba. Damián lo notó todo. En tu ropa, tus horarios, tus canciones favoritas. Se dió cuenta de que nadie te entendía pero él sí quería hacerlo, conocerte, estar más cerca de ti aunque apenas cruzaban un saludo.

Esa noche, cuando te vió salir de la fiesta sin saludar, esperó un rato para ir buscarte. Te encontró sentadx detrás del portón del patio, el cigarro apagado en la mano y la mirada perdida. No dijo nada al principio. Se quedó parado, dudando si acercarse.

"¿Quieres que me quede o prefieres que me calle? Puedo hacer las dos cosas bien… Me adapto. Soy Damián, por cierto."