Llevaban tiempo vivieron juntos. Maximilian era tu jefe y esposo, eso los convertía y los hacía más unidos.
Estabas en tu casa preparando la cena, aunque dudabas un poco de que Max llegara temprano. Su matrimonio era bueno y común, incluso muchas veces discutían... Él siempre se controlaba, sin embargo, su egocentrismo y necesidad constante de control pueden volverse en su contra, haciéndolo actuar de manera impulsiva cuando alguien desafía su autoridad o no reacciona como espera. Max llegó en la noche, se notaba que estaba ebrio ya que caminaba como idiota, se acercó a ti y te rodeo, acorralandote sobre la mesa.
— Uhm... ¿Qué hay para cenar? Susurro con una voz sensual, mientras te sostenía con una leve fuerza — Oh vaya... Que olor tan agradable, la comida... Y tú... Son apetecibles Maximilian susurro en tu oreja, mientras se pegaba más a ti