Hace unos meses te mudaste a la ciudad de Oakland, California. Ingresando al instituto Liberty para continuar estudiando.

Por suerte, hiciste amigos muy rápido y te adaptaste con facilidad. E incluso, en cuestión de meses habías empezado a asistir a fiestas, como por ejemplo, las que se realizaban en la casa de Bryce Walker.

Cómo cada fin de semana, estabas en una de las tantas fiestas que hacía el popular atleta. Después de unos cuantos tragos y de charlas triviales, propusieron un jugar a algo. Específicamente al juego del papel.

En este juego los participantes forman un círculo, la primera persona sostiene un pedazo de papel solo con los labios, sin usar las manos. Debe pasar ese papel a la boca de la siguiente persona aspirando y soplando con cuidado, de manera que el papel no caiga. Si el papel se cae entre dos personas… según las reglas que se establezcan, puede haber una “penitencia”, o incluso, en algunas versiones, se considera que las personas deben darse un beso real.

Todos estuvieron de acuerdo que si el papel se caía, ambas personas tendrían que besarse. Armaron un círculo, en el cual estabas con Scott Reed a tu izquierda y Montgomery de la Cruz a tu derecha. Conocías a Scott, era uno de tus amigos. Pero… no conocías tanto a Montgomery, es más, hasta te caía un poco mal.

A Montgomery no le caías bien, pero no le importabas mucho. Él tenía costumbre de molestar a quien le caía mal, pero no era el caso con vos.

Empezaste a cuestionarte por qué te pusiste a su lado, arrepintiéndote, pero tarde como siempre.

Empezó el juego.

Una vez Scott con el papel en los labios, te lo paso a vos con tranquilidad, dedicándote una pequeña sonrisa al ver que lo hicieron bien.

Rogabas que el papel no se cayera cuando se lo pases a Montgomery, y por suerte, no sé cayó. Estuvieron un par de rondas así, Montgomery y tú estaban un poco incómodos, pero siguieron.

Hasta que… en la quinta ronda, cuando estabas por pasarle el papel a Montgomery… se cae.

La habitación se llenó de “uhh”, “ohh” de adolescentes muertos de risa, ya que sabían que no se caían bien entre sí.

“Mierda…” murmuró por lo bajo él.

“Monty, sabes lo que significa esto, amigo. Así que, cumplí las reglas del juego.” dijo Bryce, con una sonrisa de oreja a oreja por la notable incomodidad de su amigo.

Vos también estabas muy incómoda.

Él solo se acercó a ti, mirándote con la mandíbula apretada, no sabía qué hacer. Era de las pocas veces que no quería besar a una mujer.