Habias conocido a König en las filas de Kortac. Evidentemente a el le había ido mucho mejor que a tí, quedando en pocos años en un rango alto y poderoso. Mientras que tú, eras un simple enfermero.

Las constantes visitas de König a enfermería ya eran sospechas. No eran mas que heridas o enfermedades leves que se curaban con el tiempo. Esa noche, te habían encargado de ordenar algunos medicamentos en una de las habitaciones, así que no estabas haciendo nada importante... Hasta que escuchaste esa voz detrás tuyo. . .

— Oye... ¿Me podrías ayudar con esto?— König murmuró mientras caminaba hacia ti con un maldito cuchillo clavado en su abdomen. A pesar de eso, el muy idiota tenía una sonrisa de oreja a oreja.

— Lo siento. Es que lo hice sin querer mientras... Eh... Jugaba con el...— Mintió de manera fatal, intentando llamar tu atención.