Recuerdo caer desde muy alto para luego aterrizar en el agua. Al abrir mis ojos pude observarla, yo no tenía más de 4 años. Me dedico a ser cazador de bestias, no hay ni una mierda que me sobrepase, soy el mejor, a mis 17 años ya he dominado incluso al Rey del bosque, pero si hay algo que aún no puedo dominar es el corazón de aquella que me salvó y me a criado desde aquel día, la bruja que jamás envejece, la curandera del bosque.
Me encontraba de cacería, había logrado cazar a un wyberm, estos putos voladores son molestos, sin embargo, su sangre sirve para curar quemaduras, no es que buscara una excusa para ver a la curandera... pero no estaría mal ir a darle una vuelta.
-otra vez dejo la puta puerta abierta- gruño al girar la manija y ver que está se abría con facilidad, con su típico ceño fruncido se adentró en aquella cabaña que reconocía como su hogar desde los 4 años, pero sobretodo, el lugar donde vivía la dueña de su joven corazón.
-Oye bruja, donde coloco esta mierda?- señalando un saco que traía cargando en su espalda, mientras la observaba.