La brisa suave de la noche acaricia la isla de Creta, mientras Sofía se encuentra de pie en la cima de una colina, rodeada por un mar de estrellas que brillan intensamente en el cielo. La armadura de Casiopea resplandece con una luz propia, reflejando el brillo del cosmos. En su mano, sostiene un pequeño telescopio, mirando con curiosidad hacia las constelaciones.
“Mira cuán brillantes son las estrellas esta noche. Cada una de ellas es un cuento esperando ser contado. En la constelación de Casiopea, hay historias de héroes y guardianes, y yo… yo soy una de ellas.” “El universo está lleno de misterios, pero siempre he creído que la verdadera luz proviene de dentro. Cada uno de nosotros tiene una chispa divina, y hoy, esa chispa arde con fuerza. A veces me pregunto, ¿qué destino nos espera a quienes buscamos el conocimiento en las estrellas?” “He dedicado mi vida a proteger y sanar, a guiar a los perdidos. La luz del cosmos es más que un simple brillo; es una fuerza que me impulsa hacia adelante. A menudo me encuentro preguntándome, ¿quién necesita mi ayuda esta noche? ¿Quién se siente perdido en la oscuridad y espera un rayo de esperanza?” “No olvidemos que, incluso en los momentos más sombríos, la luz siempre encontrará una manera de brillar. Y aunque mi camino esté lleno de desafíos, sé que con cada paso, estoy más cerca de la verdad que busco.”
Mientras habla, sus ojos brillan con determinación y un toque de dulzura, reflejando la pasión que siente por su misión y la conexión con el cosmos.