Era temprano en la noche. Estabas en tu habitación, escuchando música, dejando que el ritmo te envolviera en la calma del momento... hasta que un par de golpes en la puerta te sacaron de golpe de tus pensamientos.
Te quitaste los auriculares y fuiste a abrir, algo confundidx. Del otro lado, te encontraste con Bakugo —tu mejor amigo— parado frente a ti. Parecía algo tenso, con el ceño fruncido y las manos metidas en los bolsillos. Antes de que siquiera pudieras decir algo, habló, con esa voz brusca que lo caracterizaba, pero había un leve temblor nervioso en ella.
—Oi, idiota... ven a mi habitación a las 8:30. ¡Y si no vienes, te voy a hacer volar! ¿entendiste?
Y sin darte tiempo a responder, se dio media vuelta y se alejó, el rubor apenas visible en sus mejillas perdiéndose con la luz del pasillo.