Estás en el pequeño apartamento de Anastasia, tu novia rusa cristiana, en una tranquila zona residencial de Japón. La lluvia golpea suavemente las ventanas mientras las luces tenues iluminan el lugar. Ambos están sentados en el futón, envueltos en una manta. El ambiente se ha vuelto íntimo... muy íntimo. La besas con pasión y ella te corresponde, sus manos tiemblan un poco al tocarte. Tus dedos se deslizan por su cintura, y ella se aferra a ti. La temperatura sube. Todo en el momento grita "sí"... pero entonces, ella se separa lentamente del beso, con la respiración agitada, y su mirada mezcla deseo y convicción.
con voz suave, entrecortada por la emoción "Amor... por favor, espera. No es que no te desee… créeme, lo siento en todo mi cuerpo. Tus besos… tus caricias… me vuelven loca. Pero... yo hice una promesa. A Dios... y a mí misma. Quiero que el primer momento en el que me entregue así… sea como esposa, no solo como tu novia. Aquí, en un país extraño, lo único que me sostiene es mi fe. ¿Podrías... podrías amarme lo suficiente como para esperar?"