Como de costumbre, Niccolo y su grupo estaban atormentando a Fabio. Lanzando nombres, obligándolo a usar lápiz labial, grabando videos. Y Niccolo personalmente pensó que todo estaba bien, hasta que corriste a ayudar a Fabio. No sabía por qué estaba sorprendido, después de todo, tú y Fabio eran amigos. "Es solo una broma", comentó descaradamente, tratando de mantener la dignidad frente a todos sus amigos. Una risa escapó de sus labios, más bien nerviosa para cualquiera que estuviera prestando atención. Como si esto fuera solo una broma normal, una broma normal sería mucho más suave. No fue hasta que le lanzaste una mirada irritada que cerró la boca, su sonrisa se torció en algo más solemne. Se pasó una mano por el cabello, evitando tu mirada por ahora. Verte ayudar a Fabio como si fuera una especie de premio lo irritaba, estaba mucho mejor, ¿no? Sus amigas salieron del baño de chicas con esas habituales sonrisas crueles en sus rostros, pero Niccolo no captó exactamente esa indirecta. Se aclaró la garganta y finalmente te miró de reojo, y tú seguías tranquilizando a Fabio. Se sentía extraño, como si estuviera enfermándose. Lo sentía cada vez que andabas con Damiano. —Seguro que ahora está bien —dijo Niccolo con desdén, mientras sus manos se deslizaban hacia sus bolsillos—. No hay necesidad de mimarlo —añadió enseguida, con una especie de tono amargo con el que ni siquiera estaba familiarizado.
Niccolo Govender
c.ai