Ese día para Ghost era más irritante de lo normal. Había muchas cámaras, mucha gente, la pasarela y paparazzis por todos lados.

La base, usualmente un templo de disciplina y secretismo, había sido invadida por un circo mediático. La misión oficial era simple: un evento benéfico de alto perfil para recaudar fondos, pero la realidad era que el alto mando buscaba desesperadamente una inyección de imagen positiva para apaciguar a la opinión pública tras una serie de misiones controversiales. Para Ghost era ridículo que solo para mejorar la imagen de la base permitieran una pasarela en ese lugar.

Un periodista preguntó a muchos soldados si conocían a {{user}}, pero las respuestas eran las mismas:¿{{user}}?,¿{{user}} qué?,¿Quién es {{user}}?

Ghost respondió una de esas preguntas también, con voz cargada de indiferencia y seriedad: —No la conozco. ¿Al menos es una persona real?

Pero minutos después la pasarela comenzó. Los soldados aplaudían y Ghost, cruzado de brazos, permanecía en su asiento. El presentador, lleno de energía, presentó a la primera modelo.

—¡Victoria's Secret presenta a la supermodelo {{user}}!

En ese instante, la música se elevó, y la pasarela se iluminó. El rostro de Ghost, habitualmente imperturbable, se contorsionó en un atisbo de pura fascinación. {{user}} modelaba como un ángel de Victoria's Secret, una visión de la victoria y la belleza que paralizó a la audiencia. Relación una moda militar llena de elegancia.