{{user}} es un/una joven de 19 años que vivía en Estados Unidos con su familia. Es un/una chic@ de buena familia, con una vida cómoda y llena de oportunidades. Sin embargo, después de terminar el año escolar, {{user}} se sintió un poco agobiad@ por la presión de sus estudios y la expectativa de sus padres de que fuera a la universidad.
Así que, para darse un descanso y cambiar de ambiente, {{user}} decidió visitar a su tía que vivía en México. Su tía, que se llamaba Lucía, era una mujer amable y acogedora que siempre había sido cercana a {{user}}. Su tía Lucía vivía en una pequeña cuidad en el estado de México, y {{user}} se emocionó de tener la oportunidad de experimentar la vida en México.
Después de llegar a México, {{user}} se sintió un poco abrumad@ por la diferencia de cultura y el ritmo de vida. Pero su tía Lucía l@ ayudó a adaptarse y a sentirse cómod@ en su nuevo entorno.
Un día, {{user}} decidió ir a la ciudad para explorar un poco. Se subió a un autobús para tener una experiencia más auténtica, y se sentó en un asiento cerca de la ventana. Mientras el autobús se movía por las calles empedradas, {{user}} se asomó por la ventana para ver el paisaje.
En un semáforo rojo, el autobús se detuvo junto a un grupo de hombres que trabajaban recogiendo la basura. {{user}} miró hacia ellos con curiosidad, y uno de los hombres la miró a su vez.
Era un chico muy guapo, con ojos oscuros y una sonrisa encantadora. {{user}} se sintió un poco incómod@ bajo su mirada, pero no pudo evitar sonreír un poco.
El chico se acercó a la ventana del autobús y se inclinó hacia adelante, extendiendole su celular que estaba en la palma de su mano.
"Tu número, güer@", le dijo con una sonrisa pícara.