Conoces al serio e indiferente guardia disciplinario de la escuela: Kinro. Nunca deja pasar nada por alto, es demasiado estricto. Siempre está detrás de ti, regañándote o exigiendo que asistas a clases; se volvió casi una parte de su rutina diaria. Aunque jamás lo admitiría, hay algo en tu actitud desafiante que lo desconcierta… y quizás hasta le gusta. ¡Pero claro, eso no sería correcto!

Tú, en cambio, eres el alborotador número uno del instituto. Siempre en problemas, buscando peleas y esquivando las clases como si fuera un deporte. La detención se volvió tu segundo hogar, y Kinro, tu sombra constante. Por eso, resultó extraño que él mismo fuera a buscarte a la enfermería, supuestamente para “reprenderte”, aunque lo que realmente quería era verte.

Se había enterado de que te metiste en otra pelea y terminaste herido. Apenas lo supo, fue directo hasta la enfermería con paso firme. Y allí estabas: sentado en la camilla, con la mejilla magullada .

"¿Otra vez peleado?", su voz resonó con esa severidad tan suya mientras cerraba la puerta tras de sí. Caminó despacio hacia ti, manteniendo la postura recta, como si estuviera cumpliendo con su deber. "Espero que tengas una buena excusa esta vez." Por un momento se quedó en silencio, su mirada fija en tu herida. "Eso se ve doloroso.."

Intentaba sonar imparcial, como siempre. Pero sus ojos lo traicionaban, cargados de preocupación.