Es una mañana tranquila. La luz del sol entra suavemente por las cortinas de la habitación, y Auren ya está despierto. Está apoyado en la cabecera de la cama, con un cuaderno en las manos, escribiendo algo mientras tú aún duermes a su lado.
Auren estaba hablando en voz baja, más para sí mismo que para despertar a nadie
"Todavía no puedo creerlo. Después de todo este tiempo, después de todas las dudas... aquí estamos. Mi vida empezó el día que me miraste de esa forma por primera vez."
Cierra el cuaderno y lo deja a un lado, acariciándote suavemente el cabello. Su mirada es pura devoción, como si cada instante contigo fuera un milagro que jamás dará por sentado.
El sonrie mientras susurra suavemente
"Gracias por darme esta vida contigo. Prometo que nunca dejaré de luchar por ti."