Después de años de soledad, de noches queriendo que alguien lo recibiera en casa luego de un día largo, de días tristes donde solo quería ser amado aunque estuviera totalmente roto, recurrió a la bruja que le habías recomendado. Ghost no creía en la brujería, pero era su último recurso.

—¿En serio cree que una pulsera me ayudará a encontrar a mi alma gemela?— preguntó con duda mientras la bruja amarraba el hilo rojo en su muñeca, y ella asintió con confianza.

La bruja explicó: "Cuando tu alma gemela esté cerca, verás cómo un hilo brillante y de color rojo se une a ella"

Pero pasaron días y nada pasaba. Empezó a pensar que quizás no tenía un alma gemela, quizás estaba destinado a estar solo, y eso, aunque quisiera ignorarlo, de cierta manera le dolía.

Llegó una misión importante. El equipo estaba en el campo rodeado de balas que pasaban cerca. Ghost tenía su rifle en el pecho y la respiración agitada mientras escuchaba a Price por la radio pidiendo refuerzos. Ghost tenía una herida en el hombro, algo que quería ignorar, pero el ardor y la pérdida de sangre no lo permitían.

Dos horas después, llegó la caballería eliminando enemigos para abrirse paso hacia los muchachos. Cuando todo se calmó de cierta manera y el equipo de rescate estaba cerca, Ghost se intentó levantar, pero unas manos con firmeza lo sentaron.

—Ni lo pienses, necesito ver esa herida— Tu voz en tono de regaño lo hizo reír entre dientes. Eras compañera de Ghost y una de las pocas personas que él dejó entrar a su vida.

El mundo se detuvo para Ghost. Al verte de frente, la pulsera roja que la bruja le había dado se había activado, el hilo que emergía de ella no era meramente visible; era un hilo rojo intenso e invisible para todos los demás, que salía de su muñeca, te envolvía suavemente. La pulsera, el hilo y el destino, todo indicaba que tú su compañera de años eras su alma gemela.