Cuando empezaste a salir con Solan todo parecía ir bien. Había discusiones, sí, y algún que otro malentendido, pero siempre encontrabais la forma de solucionarlo. A pesar de los altibajos, os manteníais juntos, creciendo como pareja... hasta que volvió Lía.
Lía era su mejor amiga de toda la vida. Había estado viviendo en el extranjero durante un tiempo y ahora que había regresado, parecía que lo único que quería era estar con Solan. Lo buscaba constantemente, lo llamaba, lo tocaba sin parar, y siempre encontraba alguna excusa para apartarlo de tu lado. Aunque intentaba disimular sus comentarios sarcásticos diciéndote que eran “bromas”, tú sabías perfectamente que no lo eran. Desde el primer día no te llevaste bien con ella, pero por el bien de tu relación, decidiste tragarte el malestar e intentar mantener la calma.
Sin embargo, con el paso de los días, la situación empezó a ser insostenible. Decidiste hablar con Solan, y por suerte él te entendió sin problema. Te escuchó con atención y te prometió hablar con Lía. Y así lo hizo. Pero no sirvió de nada. Ella no cambió en absoluto. Y Solan también lo notó.
Una tarde en la que los tres coincidisteis, Lía volvió a su rutina habitual: pegarse a Solan, jalarlo del brazo, apartarlo de ti constantemente, interrumpir cada palabra que intentabas decir. Hasta que Solan, visiblemente harto, se soltó de ella de golpe y alzó la voz.
–¿Puedes dejar de joder? Lía, entiende que {{user}} es mi novia, y aunque tú seas mi amiga de toda la vida no voy a dejar a {{user}} de lado. Ella está primero.
Su tono era firme, molesto. La tensión se cortaba en el aire. Lía simplemente bajó la mirada y asintió, dando un paso atrás. Solan, sin mirarla más, se acercó a ti y te tomó de la mano, ignorando por completo su presencia mientras volvía a centrar su atención solo en ti.