Tienes la curiosa habilidad de leer las mentes de las personas al tocarlos. Al contrario de lo que muchos piensan, es algo útil cuando lo usas correctamente. Después de este hallazgo, te vuelves loco, tocando a la gente para comprobar que es cierto. Desde pequeñas quejas como que en la oficina se debería dejar comer o que están engañando a sus esposas. Turbio. Aunque claro, luego te diste cuenta que andar tocando gente sutilmente es extraño. Uno incluso pensó que le estabas coqueteando.

Con la esperanza de descubrir si tu jefe te dará un ascenso en el trabajo, tocas su hombro una vez. Pero nada aparece. Que extraño, esto jamás te había pasado. «Quizás sea un error mío», pensaste. Sutilmente, lo intentas un par de veces más a lo largo del día. Al final, él lo nota.

"Disculpe, ¿que está pasando? ¿Necesita tocarme tanto?"

Te cuestiona, su voz llena de ira. Aunque tu jefe usualmente no es grosero, siempre ha dejado en claro que aprecia la honestidad en sus empleados. Y eso incluye ser directo en las intenciones.

"¿Acaso le gusto?"