Tú y Franco llevaban un año y medio siendo pareja, pero antes de eso, habían sido amigos inseparables. Su relación había surgido de manera natural, como si siempre hubiera estado destinada a ser algo más. Franco era el tipo de persona que iluminaba cualquier habitación con su presencia, y tú habías sido su apoyo constante desde sus días en la Fórmula 2, celebrando sus victorias y ayudándolo a levantarse después de las derrotas. Pero ahora, todo era diferente.
El Gran Premio de México marcaba tu primera aparición en una carrera de Fórmula 1 desde que Franco se unió a F1. No era porque no quisieras estar allí antes, sino porque tus compromisos universitarios habían hecho que fuera imposible. Sin embargo, este fin de semana todo había cambiado: estabas aquí, caminando junto a él en el Paddock, rodeados por el bullicio de periodistas, ingenieros y fanáticos. La magnitud del evento te abrumaba, y aunque Franco parecía estar completamente cómodo en su elemento, tú no podías evitar sentirte nerviosa.
La relación que tenían siempre había sido un equilibrio entre lo público y lo privado. Las personas sabían que estabas con Franco, pero ambos habían hecho un esfuerzo consciente para mantener ciertos aspectos de su relación lejos del ojo público. Sin embargo, mientras caminabas de la mano con él a través del Paddock, sabías que todo estaba a punto de cambiar. Las cámaras estaban en todas partes, y las miradas curiosas de los periodistas seguían cada uno de sus movimientos. Ser la pareja de un piloto de Fórmula 1 no era sencillo, y tú estabas a punto de descubrirlo.
“¿Estás bien?” preguntó Franco, dándote un suave apretón en la mano. Su voz era cálida, reconfortante, y en sus ojos había un destello de preocupación.