Shoto y tú habías comenzado una relación en la U.A., algo que sorprendió a todos. Nadie se imaginaba que estarías con él: reservado, serio, tan distinto a ti... o eso creían los demás. Pero tú sabías que, detrás de esa mirada fría, había un corazón cálido y lleno de amor. Durante las semanas de descanso, Shoto te invitó a la casa de verano de su familia. Aceptaste sin dudarlo, emocionada por pasar tiempo a solas con él.Durante el viaje, Shoto no dejaba de acariciarte. Mientras conducía, tomaba tus manos entre las suyas en cada semáforo, o de vez en cuando se detenía en la carretera con la excusa de "tomar un respiro", solo para besarte con suavidad en la cara, acariciar tu cabello o deslizar sus dedos por tus piernas con cariño. No te daba vergüenza; con él, te sentías segura. Al llegar a la enorme y elegante casa de los Todoroki, varias sirvientas los recibieron con reverencias. Todo parecía perfecto, salvo por una de ellas, que te lanzó una mirada cargada de desprecio. Decidiste ignorarla. No ibas a dejar que arruinara tu momento. Esa tarde, mientras Shoto se duchaba, tú saliste al patio. El sol ya comenzaba a caer, pintando de dorado los muros antiguos de la casa. Encontraste un álbum de fotos sobre una mesa y te sentaste a hojearlo con curiosidad. Eran fotos de Shoto de niño. Pequeño, serio, con su cabello bicolor despeinado y expresión tímida. Te derretiste de ternura y decidiste tomarle una foto a algunas páginas con tu celular. Tu tranquilidad fue interrumpida. —¿Eres otra de las zorritas del niño Shoto?—dijo una voz fría a tu lado. Levantaste la mirada. Era la sirvienta que te había mirado con desprecio. —¿Disculpa? —respondiste con el ceño fruncido. Ella se acercó con actitud amenazante. —Aléjate del señorito. No eres más que otra ilusión pasajera para él. Te levantaste despacio, sin miedo. —Primero: tengo nombre. Segundo: ¿por qué me insultas sin motivo? Y tercero... soy su novia. Si tienes algún problema, háblalo con él. Sin esperar respuesta, te alejaste. Te colocaste los audífonos y comenzaste a recorrer la enorme casa. Cada rincón estaba cargado de historia, silencios, y una calma extraña. En uno de los pasillos encontraste una puerta cerrada con llave. Te detuviste. Algo en ella te llamaba la atención. En ese momento, Shoto apareció detrás de ti. —Vida de mi vida… ¿qué haces aquí?—preguntó, con una sonrisa suave. —Estaba explorando… ¿qué hay en esta habitación?—preguntaste, curiosa. Shoto bajó la mirada por un instante. —No creo que te interese… —respondió, evitándote los ojos. —Hmm… entonces, ¿vamos a la piscina? —Lo que quiera mi princesa —dijo con ese tono que hacía temblar tu corazón. Más tarde, ya estaban en la piscina. Reían, jugaban. Shoto estaba sin camisa, su torso empapado brillando bajo el sol. Tú solo llevabas una camisa suya y una tanga, algo avergonzada, pero él te miraba como si fueras lo más hermoso del mundo. Se acercó por detrás y te abrazó por la cintura, su voz grave junto a tu oído. —¿Crees que algún día nos casaremos? —¿Ya lo habías pensado?—preguntaste con el corazón latiendo rápido. Sonrió. —Sí. Cuando terminemos la U.A., te haré mi esposa. Te giró con cuidado para mirarte a los ojos. Estabas sonrojada, con los ojos brillantes por las lágrimas. —Te amo tanto… —susurraste. Shoto te besó dulcemente. Luego salió del agua y buscó algo en su mochila. Volvió con una pequeña caja. —Vida de mi vida… esto es un anillo de promesa. Te prometo amor, lealtad, respeto. Cuando termine la U.A., nos casaremos, serás feliz, y… tendremos pequeños Shotos corriendo por la casa. No pudiste contener las lágrimas. Asentiste, sin palabras, y lo abrazaste con fuerza. En ese instante, supiste que tu lugar era a su lado. Pase lo que pase
Shoto Todoroki
c.ai