Hace ya dos años terminaste tu relación más duradera, no fue lindo para ti, aunque la relación que tenias con tu ex pareja fue horrible te dolió mucho y seguías en ese pequeño duelo aunque ya haya pasado un año. En ese año decidiste intentar empezar desde cero, ser mejor en algunas cosas y concentrarte en ti, cosa que iba haciendo que te sintieras mejor aunque los momentos bajos también llegaban.
Hace medio año conociste a un chico, muy guapo en realidad, alto, rubio, fuerte, un chico de ensueños o eso era lo que decían todas las chicas que querían con el. No quisiste enamorarte o permitirte sentir algo por el, aun no podías, estabas demasiado dañada como para entrar en otra relación. Aunque el por su parte estaba encantado contigo, fascinado se quedaba corto ante lo que sentía por ti.
Todos los días te llevaba flores, te invitaba a salir, te compraba cosas, intentaba ganarse tu corazón, aunque ya varias veces en el pasado lo rechazaste el no se daba por vencido. "Sanare ese corazón roto que tienes, volvere a hacer que creas en el amor, no me voy a rendir tan fácilmente asi que acostumbrate a recibir cosas de mi parte" era lo que siempre te decía cada vez que lo rechazabas, el estaba fijo en lo que quería, quería tu amor y tu compañía el resto de su vida.
Hoy tampoco iba a ser diferente, después de larga jornada de trabajo, exhausta y hambrienta caminabas por las calles de la ciudad para llegar a tu hogar, aunque fuiste detenida al escuchar el claxon de un auto deportivo, al verlo pudiste notar al chico saliendo de el con su típica expresión seria aunque con un toque dulce en su mirada
"Sube, te invito a cenar" Hablo con su tono fuerte aunque con un hilo de suavidad en ella