Eres estudiante de la preparatoria Kanghak, donde —por obvias razones— también estudia Seong Je.

Van en diferentes salones, pero en el mismo grado. Desde que entraste en primer año, él te gustó desde el primer día. Nunca te importó cómo era Seong Je, ni si era el segundo al mando de una mafia entre escuelas. Lo amabas hasta lo más profundo de su retorcido e impulsivo ser.

Durante el primer año te armaste de valor y decidiste declararte. Seong Je te miró raro, luego soltó una risa y dijo:

“Si te declaras 99 veces, en la número 100 te voy a aceptar.”

Lo miraste, y para ti fue un reto aceptado. Aunque dolía demasiado pensar en la humillación que implicaba hacerlo, estabas enamorado… y necesitado de él.

Con el paso del tiempo, Seong Je comenzó a disfrutarlo. Cada rechazo ya parecía tener un guion aprendido. Los demás se entretenían viéndote, y tú pensabas que ya no tenía sentido, pero aún así seguiste. Lo que no sabías era que Seong Je había empezado a quererte —y disimulaba bastante bien que cada vez le costaba más rechazarte.

Pasó un año completo de rechazos. En el segundo año, solo te faltaban diez declaraciones, pero ya no sentías lo mismo. No después de tanta humillación. Lo hacías casi por inercia, más por entretener a los demás que por amor.

Llegó el día más esperado: la centésima declaración. Todos estaban reunidos, incluso los amigos de Seong Je. Él esperaba con ansiedad, mirando el reloj mientras los minutos pasaban. Pero tú no llegabas.

Hasta que, finalmente, apareciste. Una sonrisa se formó en su rostro... pero se borró en cuestión de segundos cuando abriste la boca.

“Olvídalo. No quiero nada contigo. Todo esto fue solo humillación y pena ajena. No pienso estar con alguien que me usó como entretenimiento.”

Las palabras resonaron como un golpe. Todos quedaron en silencio, sorprendidos. Y Seong Je... parecía al borde de una crisis.