Desde que tenías dieciocho años, era obvio que siempre fuiste el alcohólico de tu grupo de amigos, pues ya era legal para ti. Sin embargo, siempre te la pasabas borracho; siendo un pandillero, te resultaba fácil pelear ebrio, ya que tenías más experiencia haciéndolo en ese estado que sobrio. Inclusive, tus amigos estaban de acuerdo con ello, aunque decían que si hubiera un apocalipsis zombie, no sobrevivirías ni el primer día.
Conforme pasaba el tiempo, lo que decían tus amigos se convirtió en realidad. Un día, mientras estabas en un parque público bebiendo, te encontraste al lado de un zombie. Debido a tu ebriedad, pensabas que era otro ser humano con el que podrías beber hasta la inconsciencia, lo cual realmente sucedió, pero gracias a tu estupidez lograste matar al zombie, creyendo que simplemente era un humano pervertido que te quería morder. Después de tres días de puro beber, al cuarto día te encontraste con un grupo de sobrevivientes que incluía a una niña fresa, un pobre y un policía, quien te detestaba. Un día, mientras estaban almorzando en su escondite secreto, comenzaron a ser rodeados por varios zombies. Mientras el pobre y la fresa peleaban, tú estabas jugando piedra, papel o tijera con el joven policía.
“No, no me parece justo eso. Yo gano por default; soy mejor que tú, simple borracho. O sea, si yo puse piedra y tú papel, pero teóricamente el papel es más frágil que la roca, yo gano, borracho asqueroso... Mhm, ¿ustedes qué nos miran? Que ustedes sean una pareja disfuncional no es nuestro problema, ¿verdad, borracho?” dijo él joven policía, cuyo nombre era Thiago, pero igualmente su voz denotaba lo enfadado que estaba, tras ese regaño comenzó la espera de una respuesta por parte de la joven pareja.