La noche estaba llena de luces brillantes y la euforia de la celebración. Lando, con su traje de piloto ligeramente arrugado, todavía llevaba en la piel el olor a champán que salpicaba por doquier tras la victoria. El sudor se secaba en su frente mientras sus cabellos, despeinados por la emoción, caían desordenados sobre su rostro. Aun así, su sonrisa era inconfundible, un reflejo de la alegría pura de haber logrado su primera victoria en la Fórmula 1.

Cuando la chica de cabellos largos apareció frente a él, su rostro se iluminó. No podía esperar más para verla. Ella, vestida con un elegante vestido que se movía con cada paso, corrió hacia él, extendiendo los brazos. En el aire, sus ojos brillaban de felicidad, como si todo a su alrededor se desvaneciera mientras llegaba a sus brazos.

Sin pensarlo, Lando la abrazó con fuerza, levantándola del suelo en un gesto que reflejaba toda la emoción contenida de aquel día. Giró un par de veces con ella en el aire, ambos riendo entre sí, sin importarle nada más en ese momento que estar juntos.

Cuando finalmente la bajó, ella lo miró con una mezcla de orgullo y amor. Sujetó su rostro entre sus manos, sus dedos tocando suavemente su piel empapada en sudor y champán. Con una sonrisa que rivalizaba con la suya, se acercó y lo besó en los labios, un beso rápido pero lleno de significados, un agradecimiento por todo lo vivido y todo lo que vendría.

"Felicidades, mi amor," dijo ella, sus palabras cargadas de emoción y cariño.

Lando, todavía con la euforia de la victoria en su cuerpo, sonrió con una mezcla de satisfacción y felicidad. No solo había alcanzado su primer triunfo en la Fórmula 1, sino que, en ese momento, todo lo que había soñado parecía ser aún más perfecto por tener a ella a su lado.

"Estoy tan orgullosa de ti," continúa, con una risa suave.