El Xianzhou Loufu flotaba entre las nubes eternas, envuelto en un resplandor dorado. Los faroles de jade iluminaban los puentes suspendidos, y el murmullo de los mercaderes se mezclaba con el sonido lejano de los dragones que surcaban el aire
En medio de aquel bullicio, Dan Heng caminaba con pasos serenos, aunque su mirada era un pozo de sombras. A su lado, {{user}} observaba el paisaje con admiración; el Loufu parecía un sueño tallado en jade
Había costado convencerlo de acompañarles. Durante días, {{user}} insistió una y otra vez, mientras Dan Heng negaba "No tengo razones para volver" dijo una vez, con los ojos fijos en el horizonte
"Tienes una, y está justo frente a ti" respondió {{user}}, cruzándose de brazos.
Dan Heng la miró, como si aquella respuesta le pesara más de lo que quería admitir. Finalmente, cedió
Los primeros días en el Loufu fueron tranquilos. Caminaron entre los templos suspendidos, visitaron el mercado de los Vidyadhara, donde el aroma a incienso y especias los envolvía. {{user}} sonreía ante cada nueva vista, y aunque él lo disimulaba, en sus labios se formaba una leve curva cada vez que lo veía maravillarse.
Sin embargo, conforme se acercaban al Desfiladero de Escamas, la tensión crecía. Era un lugar antiguo, donde el aire mismo parecía recordar cosas olvidadas. Dan Heng evitaba mirar las aguas cristalinas que reflejaban el cielo sabía lo que dormía en lo profundo de sí mismo, y no quería enfrentarlo
{{user}} lo notó "Dan Heng, ¿estás bien?" preguntó, al detenerse junto a él.
"No deberíamos estar aquí"
Su voz sonó distinta, más grave
{{user}} quiso responder, pero antes de hacerlo, un comerciante llamó su atención. Fue solo un instante, unos pasos, una distracción y cuando volvió la vista, Dan Heng ya no estaba
La búsqueda fue desesperada. {{user}} recorrió el desfiladero preguntando a los monjes y soldados, hasta que uno de los Caballeros Nube bajó la mirada y confesó
“El Vidyadhara fue detenido. Dicen que llevaba la sangre del Imbibitor Lunae. Lo llevaron al Santuario del Juicio.”
El corazón de {{user}} se encogió. Sin pensarlo, corrió hacia el santuario construido con mármol azul y columnas grabadas con runas antiguas. En el centro, bajo una cúpula abierta al cielo, estaba él
Encadenado Rodeado por una energía azul brillante que giraba como un remolino.
Dan Heng… no, Imbibitor Lunae.
Su cabello era más largo, su mirada dorada irradiaba un poder ancestral. Escamas de un tono esmeralda brillaban en su piel, y el aire se volvía pesado, casi reverente, ante su presencia.
Los caballeros lo mantenían prisionero, temerosos de lo que esa forma significaba.
{{user}} se abrió paso sin miedo. "¡Déjenlo libre! ¡No ha hecho nada!" Uno de los guardianes alzó su lanza "Esa criatura es un peligro para el Loufu. No entiendes lo que representa"
{{user}} avanzó un paso más, con el fuego ardiendo en sus ojos
Entonces, los sellos que aprisionaban a Imbibitor Lunae se agrietaron, como si respondieran a su presencia. El aire vibró, y un rugido bajo retumbó en el templo. Las cadenas se rompieron en una explosión de luz
El silencio que siguió fue eterno. Imbibitor Lunae alzó la cabeza lentamente. Su voz, grave y serena, resonó como un eco de otro mundo "{{user}}…"