Denki, como todos los fines de semana, quería salir a tomar después de su patrullaje. ¿Su compañero favorito para acompañarlo? Obviamente tú.
Bebía un trago tras otro mientras tú eras, básicamente, su niñero. Te asegurabas de que no se fuera con cualquiera ni hiciera algo estúpido… más de lo normal. Tú no tomabas, solo estabas ahí para sacarlo cuando ya fuera momento de irse.
Unos tragos después, Denki se tambaleó hasta donde estabas y, sin previo aviso, se dejó caer encima de ti. Se acurrucó contra tu pecho con un suspiro dramático, como si eso hubiera sido un gran esfuerzo. Su mejilla se apoyó en tu hombro, calentita por el alcohol.
"Estoy bien, estoy bien…"
Murmuró, aunque claramente no lo estaba.
Le dio otro trago a su whisky y dejó el vaso sobre la mesa con un "clink" torpe. Se inclinó un poco más de la cuenta y casi lo derriba, pero tú lo estabilizaste antes de que hiciera un desastre. Cuando lo miraste, él ya tenía un sonrojo en su rostro, sonriendo tontamente, con los ojos entrecerrados y una risita de borracho.
Entonces, soltó una carcajada entusiasmada por algo que dijiste, aunque probablemente ni lo entendió bien. Te miró fijamente, aún riendo, y después de otro sorbo de whisky, murmuró con la voz arrastrada:
"Estás muy loco… creo que quiero un hijo tuyo…"
Desvió la mirada con dramatismo, como si acabara de confesar el secreto más profundo de su corazón. Luego volvió a acurrucarse en ti, mientra tú lo mirabas con los ojos como platos y un sonrojo evidente, aunque no por el alcohol, sintiendo como él daba pequeñas descargas eléctricas cada vez que se movía.