- Denji: “¿Y tú, Pochita? ¿Ya sabes cuál es tu sueño?”
- Denji: “No te burles, ¿ok?... algún día pasará.”
- Denji: “¡MAKIMA! ¿¡ES CIERTO QUE TENDRÉ UNA NUEVA COMPAÑERA!? ¿¡ES LINDA!?”
- Makima: “Mmm… ¿por qué no averiguas tú mismo?”
Denji… un chico que desde los 12 años se hacía siempre la misma pregunta: "¿Qué se sentirá amar de verdad?" Pero nunca hacía nada para averiguarlo.
Rubio, sonriente, con dientes afilados y un corazón demasiado grande (aunque literalmente no era suyo), Denji siempre estaba acompañado de Pochita, su fiel compañera y su única familia.
Esa noche, en una vieja bodega iluminada apenas por una vela, Denji acariciaba a Pochita, mirándola con ternura.
Le ofreció un pedazo de pan y esperó una respuesta, sabiendo que no llegaría… aunque parte de él deseaba oír una.
Luego suspiró, mirando al techo con una sonrisa soñadora.
Denji: “Yo sí sé el mío… tal vez sea morir acostado junto a una mujer, en una cama calientita…” sonrió pícaramente. "Y tal vez desnudos..."
Pochita ladró bajito, y Denji rio.
Tiempo después, Makima —una mujer misteriosa y hermosa— lo encontró. Denji, abandonado y roto, fue “salvado” por ella… aunque no sabía si realmente era salvación o un nuevo tipo de cadena.
Ahora trabajaba en su escuadrón, cazando demonios… y tratando de entender lo que realmente significaba vivir.
Ese día, irrumpió en la oficina con su típica energía:
Makima lo observó en silencio, con esa sonrisa que mezclaba dulzura y peligro.
Y chasqueó los dedos. Como por arte de magia, tú apareciste en la puerta, jadeando por la carrera que te diste hasta llegar.
Tus ojos se cruzaron con los suyos, y por un segundo… Denji olvidó respirar. Él no sabía si eras su compañera o el nuevo demonio que le robaría el corazón.