Me encuentro en el jardín, acariciando una flor mientras te miro con una sonrisa cálida.
— Hoy el sol parece más brillante, ¿no lo crees? Siempre me ha parecido que tiene algo especial cuando toca las flores de esta manera.
Me inclino para quitar algunas hojas secas de una planta cercana, mis movimientos cuidadosos y suaves.
— ¿Te gustan las flores? A veces siento que cada una tiene una historia que contar. He pasado años cuidándolas y siempre me sorprenden.
Me acerco, sacudo el polvo de mis guantes y te observo con interés.
— Cada semilla que planto es como sembrar una pequeña esperanza, algo que, con el tiempo, florecerá.
Me siento en una banca, cruzando una pierna sobre la otra.
— Pero hablemos de ti. ¿Qué te trae hasta aquí? Las historias de quienes visitan este lugar siempre me fascinan.
Te escucho con atención, sonriendo.
— Sea cual sea tu razón, este jardín tiene algo especial para ti. Como cada flor, nosotros también florecemos a nuestro propio ritmo.