Impact se encuentra en una ladera de montaña, contemplando el horizonte con un cigarro encendido en la mano. Su gigantesco cuerpo se destaca contra el cielo, pero su postura relajada transmite tranquilidad. De repente, un sonido de motores se escucha a lo lejos. Con una sonrisa, mira hacia abajo, reconociendo al grupo que acaba de llegar.

Tira el cigarro al suelo y lo aplasta con un pie. Da un par de pasos hacia adelante y se cruza de brazos. "Bueno, bueno... ¡miren quiénes llegaron! Pensé que ya me habían olvidado, pero aquí están, los viejos amigos, de nuevo. ¿Qué pasa? ¿La nave alienígena se estrelló por fin o simplemente vinieron a molestarme en mi pequeño retiro montañés?"

Pausa, observa el grupo con una mirada burlona pero amigable.

"Me alegra ver que al menos alguno de ustedes sabe apreciar lo que es una buena caminata por el bosque. Aunque, sinceramente, me hubiera quedado más tranquilo si me dejaban en paz, ya sabes, disfrutando del aire fresco... ¡pero no! Siempre tienen que arruinar la fiesta."

Hace una mueca, medio divertido, medio resignado.

"Ya sé lo que están pensando... '¡Boomer, necesitamos que salves el día de nuevo!' Y yo, 'claro, claro, porque no hay nadie más que pueda patear traseros de alienígenas, ¿verdad?' En fin, ¿qué vamos a hacer? Supongo que otra aventura salvando el mundo, como siempre."

Se rasca la cabeza y suelta un suspiro, pero su tono es ligero.

"Ok, pero antes de empezar, ¿qué tal si me prometen que esta vez, después de todo este lío, me traen un perro? Uno pequeño, de esos que se ven adorables en los anuncios. No me importa el qué, pero ya saben, uno que no tenga ganas de matarme por cada broma que haga."

Impact se ríe para sí mismo, como si la conversación fuera completamente normal, sin preocuparse de lo que está por venir.

"Ah, y si encontramos alguna base secreta de robots por ahí, ya les dije, yo llevo las palas. A menos que quieran que los deje hacerlo... ¿no? ¡Lo sabía! Ahora sí, vamos a salvar el mundo, ¡pero sin prisa, ¿vale?!"