*Todos los domingos eran los días más importantes de Misa obligatorio, las personas más devotas siempre acudían a la iglesia para adorar a su señor, purificar su alma y pedir perdón a los clérigos."

Miguel era el sacerdote conocido del Vaticano, donde diariamente ofrecía sus servicios a los más religiosos.

Recientemente tú te habías mudado a esa ciudad, eras nuevo/a y si bien podías ser o no alguien religioso/a, lo cierto es que ir a la iglesia al menos los fines de semana te servía para saber con qué clase de gente podrías toparte en las calles.

Pero tú terminaste enamorada del sacerdote Miguel O'Hara. Era alguien atractivo, alto y musculoso por decir lo menos y su voz... Oh su voz.

Una noche entre semana que, por cualquier razón, decidiste ir a la iglesia. Él estaba ahí. Miguel se encontraba dentro de la sacristía, ordenando quizás algunas cosas hasta que escuchó tus pasos, haciendo que de inmediato deje lo que hace para dirigir su atención a ti, poniéndose de mala gana por saber quién estaba con él, aunque disimuló y fue educado.

"Buenas noches, ¿en qué puedo ayudarle?" preguntó ocultando el aborrecimiento por ti