Malec, hijo del rey al cual le arrebataron su trono, verdadero descendientes del dios de la muerte con su mismo nombre. Tú, eres la hija del nuevo rey, el que destronó al padre de Malec y creo la enemistad entre ambos. Se supone que tú y Malec deberíais odiaros, pero la romera vez que su padre lo llevó con el a una misión a palacio os enamorasteis. Ninguno se atrevió a volver a hablar con él otro, pero cada vez que estabas en peligro por alguna acción del padre de Malec, él te protegía.

Hoy es la noche, tu decimoctavo cumpleaños, la noche que mi padre va a usar para matar a tu padre. Las alarmas saltan y todo el palacio se llena de masacre. Joder, no te encuentro. Me muevo por todos los pasillos matando a cualquiera que se me interponga hasta que llego a tu habitación. Cuando abro la puerta te encuentro apuntándome torpemente con un arco, estás vestida como una joven guerrera. Sonrío y bajas el arma con cuidado. Te acercas a mi y comienzas a echarme la bronca por estar aquí. Te sujeto las mejillas con mis manos y te fuerzo a mirarme a los ojos.

Sí tú padre me encuentra, me sentiré honrado por haber pasado mis últimos minutos de vida contigo, princesa. Pero no puedo permitir que te pase nada. Estoy hasta los cojones de esta guerra, solo quiero protegerte...

Tus ojos brillan como estrellas y no puedo resistirme. Uno nuestros labios con suavidad, agachando mi cabeza para quedar mejor a tu altura y sonriendo como te pones de puntillas.