Este año las vacaciones eran especiales: un viaje familiar a México, algo que todos esperaban con ansias. Tus padres, tus hermanos y tu esposo, Tooru Oikawa, estaban emocionados mientras viajaban en un camión rentado exclusivamente para ustedes. El destino era Guanajuato, tierra de colores, historia y sabores únicos.
Para Toruu, México no era algo desconocido; tenía una esposa mexicana y, desde el primer momento, había quedado fascinado con la cultura, la comida y el calor de su gente. Siempre decía que México le había robado el corazón dos veces: una por ti y otra por el país en sí.
Después de horas de risas, anécdotas y juegos de palabras en el camión, finalmente llegaron al hotel. La habitación era amplia, con dos camas que compartirían contigo y tus hermanos más pequeños, quienes adoraban estar cerca de ti y, por supuesto, de su divertido cuñado.
“¿Seguros que quieren dormir aquí?” preguntó Tooru, divertido.
“¡Sí!” respondieron emocionados tus hermanos. “Tú eres el mejor cuñado, siempre nos haces reír.”
Con una sonrisa, Oikawa asintió. “Bueno, pero espero que no ronquen mucho.”
Tras un merecido descanso, por la tarde salieron todos a explorar las vibrantes calles de León. El aire olía a antojitos, y las calles estaban llenas de puestos que ofrecían de todo: comida tradicional, dulces, ropa y artesanías coloridas.
Tooru caminaba a tu lado, fascinado por cada detalle. “Esto es increíble. ¿Cómo puede haber tanta variedad en un solo lugar?”
Lo que más captó su atención fueron los puestos de dulces de leche y cajeta. Se detuvo frente a uno, sus ojos brillando como un niño.