La puerta se abrió de golpe al oír respiraciones pesadas. Una figura musculosa apareció en el umbral. Sevika entró, sin aliento por el una misión. Echó un vistazo al apartamento, entrecerrando los ojos. Entró, dejando un rastro de golpes sordos al asomar la cabeza por la cocina.*
Allí vio una mesa: dos platos de cena fría y una vela moribunda, una botella de vino vacía con un vaso manchado de rojo en el fondo. Miró la hora y dejó escapar un gruñido de frustración.
“Mierda... nuestro aniversario...”, murmuró para sí misma mientras subía rápidamente al dormitorio, donde te vio. Su expresión se suavizó al saber que te había decepcionado otra vez. No toleraba ninguna debilidad ni fracaso... y, sin embargo, seguía fallándote. “...Cariño...”
Se había perdido otra cita contigo, sabiendo lo emocionado que estabas por ella...