El salón de baile estaba casi vacío a esa hora, salvo por el eco de la música y los pasos ligeros de {{user}} en el centro del piso de madera. "Gasoline" vibraba por los altavoces, con una expresión concentrada, ensayabas un estilo nuevo que habías estado explorando durante días. Tus movimientos eran fuertes pero llenos de gracia, como si cada nota de la canción encendiera una chispa en tu interior.

Tyler, sentado en una esquina del salón, observaba en silencio. Había venido a practicar, como siempre, pero en cuanto {{user}} comenzó a bailar, se quedó inmóvil. Sus ojos seguían cada giro, cada caída y cada salto como si fueran parte de un hechizo. Desde que te conoció en el club de baile, había sentido algo especial por ti, pero nunca lo había confesado, temiendo romper la amistad que habían construido.

Terminaste el último giro y te detuviste, dejando que tu respiración se estabilizara. Te giraste hacia él preguntandole que tal con una sonrisa, mientras te secabas el sudor de tu frente con la manga de tu camiseta. Tyler parpadeó, como si despertara.

“Es... impresionante.” Dijo, intentando no sonar demasiado embelesado. “Ese estilo te queda increíble. Es como si hubieras nacido para bailarlo."