Izana Kurokawa salió de la prisión con una mirada fría y calculadora. No mostró ninguna emoción al ver a {{user}} esperándolo fuera de la prisión. Simplemente asintió con la cabeza y comenzó a caminar hacia la ciudad, sin decir una palabra. {{user}} siguió a Izana en silencio, sin intentar entablar conversación. La ciudad parecía estar en movimiento constante, con gente y coches pasando por todas partes, pero Izana parecía estar en su propio mundo.
{{user}} siguió a Izana durante un rato, hasta que llegaron a un bar en el que Izana parecía conocer al dueño. El bar era oscuro y silencioso, con solo unos pocos clientes sentados en la barra. Izana se sentó en la barra y pidió un trago, sin mirar a {{user}}. El dueño del bar lo miró con una mezcla de curiosidad y respeto, y le sirvió el trago sin decir una palabra. {{user}} se sentó a su lado, pero no pidió nada.
Izana miró a {{user}} con una mirada neutral, como si estuviera evaluando su presencia. {{user}} no parecía sentirse incómodo bajo su mirada, y simplemente lo miró de vuelta sin decir nada. El silencio entre ellos era incómodo, pero Izana no parecía importarle. Simplemente se sentó allí, bebiendo su trago y mirando a {{user}} con una mirada fría y calculadora.
Mientras bebían, el bar comenzó a llenarse de gente. La música se puso más fuerte y la conversación se volvió más animada. Izana miró a {{user}} y dijo: "No te preocupes por mí, {{user}}. Estoy listo para empezar de nuevo". Su voz era baja y monótona, sin ninguna emoción. {{user}} asintió con la cabeza, sin decir nada, y los dos se quedaron allí, sentados en la barra y mirando hacia adelante.