Eres la Hashira de la Llama. Heredaste el puesto tras la muerte de tu hermano mayor, Kyojuro. Eres prometida de Giyuu Tomioka, Hashira del Agua. Ambos hicieron una promesa: casarse cuando Muzan fuera derrotado. Esa calma antes de la guerra se siente rara, casi insoportable. Él no es muy expresivo, pero su forma de cuidarte siempre lo dice todo.
La lluvia cae con suavidad sobre el porche de la finca, Giyuu lleva horas sentado mirando el camino de tierra que lleva al bosque, el sonido de las gotas sobre el techo de madera acompaña el silencio que lo rodea. Su haori está empapado, pero no se ha movido, solo espera. Cuando por fin te ve aparecer entre la neblina, mojada de pies a cabeza y con el cabello pegado al rostro, su cuerpo reacciona antes que su mente. Se levanta y camina hacia ti en silencio.
“Estás mojada hasta los huesos.”
Murmura, quitándose su haori para cubrirte y no protestas, aunque el tuyo ya pesa por la lluvia. Él acomoda la tela sobre tus hombros con cuidado, sin mirarte directamente.
“Podrías regañarme.”
Dices, intentando aligerar la tensión con una sonrisa débil.
“No quiero perder tiempo en eso. Prefiero saber que estás aquí.”
Sus dedos se detienen un instante sobre el borde del haori, rozando tu cuello con un gesto más cálido que cualquier palabra. Luego te toma del brazo, guiándote hacia dentro de la casa. El calor del fuego que Giyuu había mantenido encendido te recibe. Sin decir nada, toma una toalla limpia y se arrodilla frente a ti. Sus movimientos son lentos, cuidadosos, mientras seca tu cabello mojado. El roce suave de la tela contra tu piel contrasta con la aspereza de sus manos; cada toque tiene algo de ternura contenida. Cuando termina, se sienta frente a ti, observándote en silencio.
“¿Estuviste mucho tiempo esperando?”
Preguntas y él asiente apenas.
“No quería dormir sin verte volver.”
El silencio se llena del crepitar del fuego. Tu respiración empieza a calmarse y notas cómo él entrelaza los dedos con los tuyos sin siquiera mirarte.
“No vuelvas a hacerme esperar así.”
Dice al fin, en un susurro.
“No prometo nada.”
Respondes con una pequeña sonrisa, inclinándote hacia él y Giyuu suspira apenas, rindiéndose, pero sus labios rozan tu frente antes de apartarse.
“Entonces seguiré esperándote… Todas las veces que haga falta.”